Yo vi sus ojos enfurecido,
era el mismo rey del mal,
Lo encontré sereno frente a frente,
Era el demonio que torturó mis sueños
y convirtió en pesadilla mi infancia doliente.
Fue en un instante, fue en un suspiro
cuando el fantasma de la muerte
quiso impune doblegar mi suerte.
Pensar que de pronto
la luz del sol se apagaría,
Que de golpe los recuerdos
y las vivencias desaparecerían.
Víctima del impío,
bestia cobarde
por el odio corroído,
Yo pude haber caído
Abatido, quieto,
inerte, y sin sentido
Nunca antes había el terror
llegado tan cerca, tan patente.
Pero se dio el milagro de la vida
para escribir mi historia consiente
Para que de una vez por todas borrara
el dolor y el bochorno de mi mente.
¿Qué pudiera escribir ahora
que no haya escrito antes?
¿Qué pudiera sentir esta noche
que no haya sentido en mis
desvelos de terror incesante?
¿Qué pudiera emanar
de mi alma rota
que en su intento de sobrevivir
Sólo ha encontrado mil derrotas?
Pero se dio el milagro de la vida,
para ver la luna tenue
y las estrellas de la noche.
Un día más
para experimentar el prodigio
de volver a querer a quien me quiere.
Un día más para oír
el trineo de los pajaritos libres
que en las tardes traen recuerdos,
cuando ellos susurran,
cuando se acomodan,
cuando despiden el día
sin congoja.
Un día más
para esperar impaciente
el día que te tenga cerca
y sentir tus suspiros anhelantes.
Un día más
para contar mis cuentos de camino,
para hacer de un minuto
una hora contigo,
vivir un día así pleno de alegrías,
para compartir los meses
Faltos todos de melancolías.
Un día más
para no llorar de tristezas
por lo mal que la vida pudo haber sido
por lo peor que la muerte hubiese traído.
Sí una lágrima ves en mi rostro curtido,
será de alegría porque un día más
se me ha concedido
para oír tu dulce voz decir
Lo mucho que me has querido.
(c) 2014 Bécker Fernández
Derechos Reservados
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