Como eco que dobla en mis pensamientos,
Cuando llega la calma del crepúsculo,
Un lamento yo escucho de su silencio
Pesado y profundo en mis desvelos.
Le temo al día cuando agoniza porque inexorable
la noche que se aproxima consigo trae
al silencio mustio que me desespera.
El silencio que acompaña mis noches,
Es sonido constante, testarudo cual gota perenne
que cae en la roca insensible e inmutable.
Mi mente confusa no sabe si es sueño lo que percibo distante,
Mi alma simplemente escucha el grito quejoso de las noches,
Que parecen eternas cuando triste me siento,
Que parecen reales cuando escucho el silencio.
(c) 2014 Bécker Fernández
Derechos Reservados
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